lunes, 5 de noviembre de 2012

Jean Ray: Las ediciones de un maestro olvidado del verdadero horror

Por Cara de cuero.

La vida de este marinero belga, traficante de armas y alcohol y delincuente al servicio de la literatura, haría palidecer a esos que gritan a todo pulmón que su vida y su obra son una sola cosa. Eso pasa pocas veces y es más lengua y necesidad de atención que otro asunto. Jean Ray nos ha legado un centenar de relatos que dan escalofrío y se sienten cercanos, posibles. Ya casi no suelo verlo en los polvorientos estantes de mis librerías favoritas. Luego de un buen tiempo he logrado acumular tres ejemplares de este lúcido lugarteniente del horror. Al leerlo me pregunto si en alta mar  en medio del desasosiego de la tormenta y la nada azul, se habrá gestado esta obra tan particular. O si acaso fue en medio de reyertas de tragos en un bar de mala muerte frente al puerto, donde el viejo Jean escuchó esta cantidad de malos pasos que pueblan sus páginas. En fin, me place de algún modo que no sea tan popular. A veces eso mata al autor. Tanta fiebre solo puede llevar a la ruina de la repetición y el hastío. Debieran cuidarse los autores de tanto ruido; no sea que un día despierten no convertidos en clásicos sino en barata, en la zona de remate.

Tengo a mí haber dos ejemplares de obras escogidas en Editorial Aguilar, traducción del genial Salvador Bordoy Duque. Una mexicana y otra española. Son obras adustas en su construcción y difieren solo en el primor de los materiales. La europea se distingue por pertenecer a la valiosa colección de suspenso del "Lince astuto"; impresa sobre papel cebolla y encuadernada al caucho. De otro lado tenemos la mexicana, que se nos ofrece en papel fuerte pero no fino y además encuadernada en cartoné imitando la piel y dando un acabado duradero y bello al texto. Esta clase de libros eran editados para sobrevivir al paso del tiempo y privilegiaban la belleza sobre lo llamativo. Lo clásico es la pauta y en general solo difieren en calidad.


Otra cosa bien distinta ocurre con la tercera edición de que dispongo, española, de carácter más popular, económico y de formato sencillo. Data de 1975 y pertenece a la colección Punto Horror de Editorial Aura, que cuenta con la misma traducción que los dos ejemplares de Editorial Aguilar. Lo que ven es una bonita sobrecubiera que respeta fielmente la psicodeclia de los años setenta. Si bien no ilustra muy bien que digamos la atmósfera de las historias que están en el interior, no deja de agradarme la chica que aparece allí, asustada entre las sombras y multiplicada por cuatro, como si el el hombre nuclear la estuviese acechando. Esta edición nos ofrece una excelente selección hecha por Henri Vernes, reconocido autor de novelas de acción y ciencia ficción con más de 200 título en su haber.


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